Sor Juana Inés de la Cruz
- Josh Cocil
- 2 dic 2020
- 4 Min. de lectura
Juana Ramírez de Asbaje, mujer del siglo XVII novohispano, ha sido conocida por su nombre religioso como Sor Juana Inés de la Cruz, nombre que se relaciona también con otros famosos epítetos que llevó en vida la monja jerónima: Décima Musa mexicana, Fénix de América y Fénix de México.

La niña Juana Inés creció principalmente entre las haciendas de Nepantla y Panoayán, en la biblioteca del abuelo, quien combinaba la lectura y cultura con la siembra del maíz, trigo y crianza del ganado; para la labranza, se sabe que en esta época, se ocupaban algunos esclavos (negros y mulatos). Los años de aprendizaje de sus primeras letras transcurren en estos hermosos lugares que ven siempre hacia los volcanes Popocatépetl e Ixtaccíhuatl.
La vida de Juana Inés fue cambiando en la “muy leal y noble ciudad de México”. En casa de su tía María, aprendió tareas femeninas, “labores que deprenden las mujeres”. Por la misma época recibió sus primeras 20 lecciones de gramática latina con el bachiller Martín Olivas (mismas que fueron pagadas por su confesor, el padre Antonio Nuñez de Miranda). Tiempo después ya se encuentra en la corte virreinal aproximadamente hacia 1665, al servicio de la virreina, marquesa de Mancera. Para el 14 de agosto de 1667, ingresa al convento de San José de carmelitas descalzas y el 18 de noviembre del mismo año lo abandona, se cree que fue por motivos personales por no aceptar las durezas de la orden teresiana.
Hacia el año de 1668, en febrero, Juana Inés ingresa como novicia al convento de San Jerónimo, de las hijas de Santa Paula (fundado desde 1585) donde se practicaba la regla de San Agustín. Se da por sentado que la dote que se pagó para su ingresó pudo haber sido subvencionada por su primo político Juan Caballero (esposo de su prima Isabel, hija de María y Juan de Mata) quien cubrió la cantidad de 3000 pesos en oro de la época. Profesa como religiosa en este mismo convento el 24 de febrero de 1669; donde protestó como monja jerónima de coro y velo: “Protesta que, rubricada con su sangre, hizo de su fe y amor a Dios”. Una primera enfermedad del tifus la pone en verdadero peligro hacia los años de 1671 o 1672. En este lugar pasará el resto de su vida la joven monja, aproximadamente 27 años, de los cuales sobresalió más que en el ejercicio religioso (que cumplía cabalmente) en la escritura y en la administración del convento del que fue contadora durante nueve años. Estos fueron años en que sor Juana convivió fraternalmente con los marqueses de Mancera, a quienes quería mucho y dedicaba parte de su poesía.

El año de 1680 será muy significativo para la ciudad virreinal así como para la monja jerónima, ya que compone el Arco Triunfal del Neptuno alegórico de los virreyes recién llegados, los marqueses de la Laguna. A partir de este momento la fama de la monja jerónima así como su madurez en las letras van llegando de uno en uno, además de recibir apoyos económicos para sus proyectos personales y conventuales. Al mismo tiempo su buena relación con la Corte le permitió escribir más cada día. Con anterioridad a la publicación de sus obras completas, se habían editado ya algunos de sus villancicos en 1676 que continuarían hasta 1691. No sólo escribía poesía, para el año de 1683 se presentó en la ciudad mexicana, la comedia ganadora de un certamen en el que participó y salió ganadora: Los empeños de una casa. Además de su poesía y de su drama ganador en el certamen, Los empeños de una casa, también escribió la comedia Amor es más laberinto (cuyo estreno fue en 1689). La primera es una obra que se debe toda a la escritora y la segunda la hizo en colaboración con Juan de Guevara (quien se encargó de el acto segundo). Hacia el año de 1692 se publica el “Segundo volumen de las Obras de Soro Juana Inés de la Cruz” (Sevilla, 1692). Entre este año y el siguiente (1693) escribe sus interesantes Enigmas para la Casa do placer de las monjas portuguesas. A partir de esta fecha encontramos ya una separación rotunda y un retiro en la monja escritora, deja ya de acudir al locutorio e inicia un silencio sin retorno. Por último en el año anterior a su muerte, el 8 de febrero de 1694 firmó su Profesión de fe” y ratificó con su sangre sus votos religiosos; reiteró su defensa de la Inmaculada Concepción.
Para el año de 1695, el 17 de abril, muere como consecuencia de la típica enfermedad epidémica de la época, el tifus. Muy bien no se sabía nombrar a la enfermedad se le comparaba con una enfermedad que azotaba a las plantaciones con manchas fuertes y grandes, este era el tabardillo Tifus o tabardillo.
Lourdes Aguilar Salas
Abril 2020.
Tomado de:
Antología Sor Juana y su mundo, Universidad del Claustro de Sor Juana, México.
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