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Las Sufragistas: las primeras heroínas feministas

La historia del sufragismo y la lucha de las mujeres que

consiguieron el voto femenino.


Hace 170 años comenzó en Estados Unidos uno de los movimientos sociales y políticos más importantes de la historia de la humanidad: el sufragismo. Desde la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls (1848) hasta la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por las Naciones Unidas (1948), se llevó a cabo una intensa lucha a nivel mundial por los derechos políticos de las mujeres hasta conseguir el voto femenino


Antes de la Primera Guerra Mundial, las mujeres generalmente eran consideradas intelectualmente inferiores e incapaces de pensar por sí mismas. Se creía que los asuntos políticos estaban fuera de alcance del espíritu femenino, y por tanto era impensable que las mujeres pudieran votar.



El sufragismo comienza en 1848, con la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls en Estados Unidos. En ese momento se reunieron por primera vez las feministas y escribieron un manifiesto que imitaba y corregía la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Sustituyeron las palabras "Reino Unido" por "varones" y "colonias americanas" por "mujeres". Culpaban a los hombres por la situación indigna que la historia le había dado a la mujer, y exigían derechos civiles, aquellos que les permitieran apropiarse de su destino. Entonces nace el sufragismo, un “movimiento organizado de mujeres que deciden reunirse cada año y comienzan a hablar no solo de derechos civiles, sino también de derechos políticos, de la capacidad de elegir y de ser elegidas".


El movimiento sufragista termina en 1948 con la Declaración Universal de los Derechos Humanos aprobada por las Naciones Unidas, donde finalmente se reconoció el sufragio femenino como derecho humano universal, declarando que "toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos".


La incorporación de las mujeres al trabajo


En la Primera Guerra Mundial las mujeres comenzaron a trabajar para sustituir a los hombres que se habían ido a la guerra. Por ello, las mujeres comenzaron a reivindicar más derechos argumentando que, si eran competentes para realizar trabajos propios de los varones, también lo eran para gozar de sus derechos.


"La consciencia de su valor social alentó sus demandas del derecho de sufragio"

Tal como afirmó la escritora y filósofa francesa, Simone de Beauvoir, “mediante el trabajo ha sido cómo la mujer ha podido franquear la distancia que la separa del hombre. El trabajo es lo único que puede garantizarle una libertad completa.”

En la Gran Bretaña a principios del siglo XX, el 70% de las mujeres solteras, entre 20 y 45 años, tenían trabajo con paga. Pero el trabajo femenino en las fábricas y las minas se desarrollaba en condiciones de extrema explotación y con salarios más bajos a comparación de sus compañeros. Además, las mujeres tenían prohibidas las áreas profesionales de mayor responsabilidad y la educación superior, a la que únicamente podían acceder las mujeres burguesas en el ámbito doméstico.


Esto provocó que el sentimiento feminista creciera porque, estas mujeres se sintieron discriminadas y comenzaron a compararse con esclavos, ya que se dieron cuenta de que les faltaban los derechos mínimos para ejercer su libertad individual, puesto que no podían comprar ni vender, no podían contratar, viajar ni trabajar sin el consentimiento de sus esposos, entre otras muchas cosas.



Las sufragistas no solamente lucharon por los derechos políticos de las mujeres, sino también por la igualdad en otros aspectos y campos. Dieron prioridad a la lucha por el voto porque consideraban que, una vez conseguido, accederían a los parlamentos y podrían cambiar las leyes e instituciones.



Se trató de un “movimiento que trascendía fronteras nacionales, ya que las sufragistas de todos los países estaban organizadas y en contacto”. Por lo demás, las principales abanderadas del sufragismo y posteriormente del feminismo fueron británicas y estadounidenses, seguidas de escandinavas y holandesas.


Las sufragistas fueron a menudo miembros de diferentes asociaciones con el mismo objetivo, pero usando diferentes tácticas. Por ejemplo, las sufragistas británicas se caracterizaban por un tipo de defensa más combativa. En otros países el sufragio femenino se logró desde las instituciones del estado mediante leyes que fueron impulsadas directamente por mujeres en la política como el caso de España con Clara Campoamor, Argentina con Eva Perón o aquí en México con Elvia Carrillo Puerto.



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